Durante mucho tiempo se pensó que el estrés era únicamente una condición psicológica, fruto de nuestra mente y limitado a nuestra mente.
Ahora sabemos que las consecuencias del estrés no se limitan al plano emocional sino que también tienen un impacto a nivel físico. Por eso, no es extraño que después de una dura semana de trabajo terminemos sufriendo tensión muscular por estrés, la cual puede empeorar si seguimos estando tensos y no aprendemos a relajarnos.
Las emociones negativas como: la rabia, el miedo, la tristeza, el estrés o la ansiedad durante un tiempo prolongado puede desencadenar en un agudo dolor de espalda. Y es más habitual de lo que podamos pensar entre la población.
¿Cómo es el impacto de las emociones en el dolor de espalda?
A nivel cerebral, la amígdala y el hipocampo, dos estructuras que forman parte del sistema límbico, se encargan de almacenar y gestionar las emociones. Sin embargo, el cuerpo también recuerda las emociones del pasado. Las emociones no expresadas no desaparecen sino que permanecen en el cuerpo, mientras que las emociones que se expresan se reflejan en el cuerpo fluyen y desaparecen o se integran armoniosamente sin dañar.
Pero, ¿cómo se produce la tensión muscular por estrés?
La experiencia corporal de la emoción es casi instantánea. ¿ Sabías que tardamos solo unos segundos en experimentar una emoción negativa a nivel corporal?.
Cuando nos estresamos, lo que ocurre es que tensamos de forma automática los músculos de la mandíbula, los que rodean los ojos y la boca, así como los músculos del cuello y la espalda. Estos músculos se tensan a la vez para preparar el cuerpo para reaccionar y luego se relajan cuando la situación estresante ha desaparecido.
Se trata de una reacción refleja del sistema nervioso simpático para protegernos. Y de hecho, no es mala, excepto cuando el estrés se convierte en algo permanente en nuestra vida. En ese caso, los músculos nunca se relajan sino que se mantienen en un estado de tensión constante y acaba reproduciéndose un patrón doloroso.
Los dolores musculares por estrés suelen afectar estas áreas:
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Mandíbula.
Las emociones como la ira suelen hacer que apretemos la mandíbula y los músculos alrededor de la boca. Lo hacemos sin darnos cuenta pero con una fuerza enorme, por lo que no es extraño que toda esa zona termine afectada.
¿Solución?
Cuando te sientas estresado, conviene soltar la mandíbula como si estuvieras suspirando. También ayuda bostezar o pronunciar la “O” con los labios cerrados.
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Entrecejo.
Cuando estás tenso o preocupado, es usual que frunzas el entrecejo, lo cual añade una gran tensión muscular a la zona de la frente que suele dar pie al dolor de cabeza tensional.
¿Solución?
Libera la frente levantando y bajando las cejas unas cinco veces. También te ayudará inhalar profundamente mientras cierras los ojos, y luego exhalar mientras liberas la tensión y abres los ojos.
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Cuello.
La tensión muscular por estrés suele concentrarse en el cuello, sobre todo si realizas un trabajo de oficina.
¿Solución?
Es importante favorecer el flujo sanguíneo hacia los músculos del cuello moviendo la cabeza suavemente de un lado a otro y hacia arriba y abajo.
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Hombros
En los hombros también se suele concentrar mucha tensión, por lo que es común que sean el epicentro de las contracturas musculares por estrés.
¿Solución?
Inhala mientras levantas los hombros intentando tocar los oídos y exhala mientras los bajas, guiándolos hacia atrás. Un masaje en la zona también puede obrar milagros.
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Espalda.
El estrés también interfiere en la coordinación de los grupos musculares que intervienen en el funcionamiento de la espalda. Lo normal es que los abdominales y la musculatura paravertebral se coordinen entre sí para mantener una postura o conservar el equilibrio durante el movimiento.
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25035267
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